A pesar de la llegada, el 27 de octubre 1492, del almirante Cristóbal Colón y del bojeo cursado por Sebastián De Ocampo, en 1508, al territorio conocido hoy como Cuba, ésta no fue conquistada, sino varios años más tarde. Tal vez la preferencia mostrada por los colonizadores hacia La Española, hizo que la patria de José Marti, quedara prácticamente olvidada, hasta 1511.
Ese propio año, cometieron el primer crimen recogido en los anales históricos de La Mayor de las Antillas. El cacique Hatuey, procedente de la actual República Dominicana, había llegado a Cuba, con un grupo de indios siboneyes, para impedir un nuevo desembarco peninsular, pero fueron sometidos por la fuerza y el dominicano culminó, en el tormento de la hoguera.
Con el correr del tiempo, se archivó, otra atrocidad llevada a cabo por los tiranos iberos, esta vez con igual prepotencia. Recién comenzado el gobierno de O´ Donnell, se persiguió a liberales y negros sospechosos de conspirar contra España, bajo esta arbitrariedad se detuvo al poeta Placido, quien sin culpas probadas fue fusilado, el 28 de junio de 1844, junto a otros amigos.
Un nuevo acto absolutista se observó, el 25 de agosto de 1871, con el fusilamiento del igualmente bardo, Juan Clemente Zenea. Este había entrado al país, procedente de los Estados Unidos de América, con un salvoconducto de puño y letra del ministro plenipotenciario de España en el mencionado país, Mauricio López Roberts.
Dicho documento les informaba a todos los comandantes de buques, jefes de columnas del ejército, voluntarios, movilizados u otras tipos de fuerzas armadas españolas. Que se le permitiese el libre acceso del portador, para comunicarse con los insurrectos y no existiese reparo, para que saliera de la isla, pero una vez más predominó el despotismo.
Así las cosas y apenas habían transcurridos escasos meses, de aquel bárbaro hecho, cuando la terrible mano de la ¿Madre Patria?, ensangrentó nuevamente la isla por emanciparse. Esta vez, el 27 de noviembre de 1871, jornada que mañana cumplirá 138 años, fue el día escogido para consumar sumarísimos ¿juicios?, a un grupo de jóvenes estudiantes.
Ahora, se ensañaron contra un grupo de éstos, que cursaban el primer año de la Facultad de Medicina, acusados de haber profanado el sepulcro del periodista político antiindependentista Gonzalo Castañón. Quien fuera además, polemista furioso y que había sido enterrado, cerca de dos años atrás, en el cementerio de La Habana.
Delito imaginario, que sólo existió en el cerebro de hombres exaltados por la sed de sangre y el abuso de bebidas alcohólicas. El nicho estaba intacto, empero el procedimiento militar siguió en curso y ocho de los 42 designados por la suerte a un Consejo de Guerra verbal, fueron fusilados a las cuatro horas exactas de pronunciada la sentencia.
Años después, se aclaró el vil asesinato ocurrido y quedó vindicada la memoria de estos inocentes, por el doctor Fermín Valdés Domínguez. A pesar de esta reivindicación, la metrópoli continúo su política de intentar no dar a conocer la realidad, de una barbarie, que pasó a ser llamada desde entonces: “La fecha más fúnebre de la fúnebre historia de Cuba española”.
Muchos de estos niños- mártires, al pasar el tiempo, cayeron en un olvido, que no es el merecido, vaya pues, desde estas líneas, sus nombres como un pequeño memorándum. Alonso Álvarez de la Campa, Anacleto Bermúdez, José de Marcos y Medina, Pascual Rodríguez y Pérez, Ángel Laborde, Eladio Gonzáles, Carlos A de la Torre y Carlos Verdugo.
Hoy, a pesar de que la isla de Cuba, no vive sujeta a una potencia extranjera, que como antaño le rigió su destino, en su historia siguen practicándose actos violentos por parte de los gobernantes. La mayoría de esos hechos, imposibles de enumerar, están colmados de arbitrariedades y van dirigidos en su casi totalidad a los cubanos, que se oponen al régimen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario