jueves, 3 de diciembre de 2009

¿TODOS SERÁN IGUALES? I, Licet Zamora Carrandi.


Santa Catalina, Santa Clara, Villa Clara, 26 de noviembre 2009 (FDC). Para nadie es un secreto que Cuba, desde principios de los años 60, es un país uniformado y militarizado, todo se remonta desde los inicios del nombrado triunfo de la Revolución Cubana. Esto fue algo inesperado, pues al Primer Ministro de la sedición, se le ocurrió poner en práctica la uniformidad absoluta.

Como parte del macabro plan del igualitarismo, se pusieron en vigencia las libretas de racionamientos. Una para los productos industriales que abarcó vestimentas, ropa interior, calzado, efectos electrodomésticos y otra para adquirir la denominada canasta básica alimentaria, de forma tal que los nacionales comieran, vistieran y tuvieran lo mismo.

De pronto los estudiantes comenzaron a vestirse iguales, solo los diferenciaban las enseñanzas a las que pertenecían, por ejemplo la primaria de la secundaria, el pre-universitario de los tecnológicos y estos de los institutos de Ciencias Médicas, por solo mencionar algunos. Las diferencias no se marcan en los diseños, sino en los colores de los atavíos.

Los uniformes escolares han variado en el diseño y colores. Actualmente las blusas y camisas son blancas en la enseñanza primaria las sayas y pantaletas rojas, en la secundaria las sayas y pantalones amarillo mostaza, en los tecnológicos las sayas short y los pantalones en carmelita. El Instituto Superior de Ciencias Médicas usa batas blancas, las sayas y los pantalones azul malva.

Claro está, que la igualdad no ha tocado a todos por igual, ya lo dijo George Orwell en su famoso libro Rebelión en la Granja: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Los hijos de la élite gubernamental viajan al extranjero frecuentemente y se visten con el último grito de la moda en Paris, Londres o Nueva York.

Dirigentes de mediano rango como son directores, subdirectores de empresas, gerentes de firmas extranjeras y de Sociedades Anónimas, militares de alta graduación, dirigentes nacionales del Partido Comunista de Cuba. De los sindicatos y otras organizaciones de masas pro gubernamentales, también gozan de prebendas alimenticias y viajan en autos “estaticulares”.

En el libro “Siete mujeres y la revolución cubana”, se habla explícitamente cuando se le hace la entrevista a la señora Tarafa, que ella había sido una de las pocas personas autorizadas por el gobierno, para continuar con el uso de la divisa. Lógico su hija estaba casada con un hermano de Celia Sánchez Manduley y su nieto completó sus estudios en Canadá.

Durante la crisis económica provocada por el derrumbe del Campo Socialista en Europa, los comunistas cubanos dejaron de hacer hincapié en la doctrina igualitarista. Dedicaron su tiempo a inventar la fórmula, para mantenerse en el poder. Esto quedó claro en el discurso pronunciado por Fidel Castro, el 26 de julio del 1993, donde se despenalizó la tenencia del dólar.

Admitiéndose además, que para salvar la Revolución era necesario permitir las diferencias sociales, donde aquellos que tienen familiares en el extranjero recibirían ayuda, remesas como parte de la estrategia para salvar lo insalvable. Los anteriormente “gusanos y apátridas”, ahora con el esfuerzo de su trabajo salvarían a la revolución y serían tratados de señoras y señores.

Como siempre, el Líder de la Revolución se aprovecharía de los sentimientos humanos, para lograr sus propósitos, al reutilizar los vínculos familiares. Paradójico sonaba su desagradable verborrea, al reclamarle al presidente de los Estados Unidos, que permitiera los viajes a los cubano-americanos. Parecía olvidarse que fue él quien los prohibió, hasta finales de los 70.

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