jueves, 3 de diciembre de 2009

LAS JINETERAS ENGAÑOSAMENTE NUPCIALES, Guillermo Fariñas Hernández.

La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, 26 de noviembre del 2009 (FDC). Las actuales prostitutas cubanas son parte de la sociedad nacional, caracterizada por la proyección de engañosas imágenes públicas como único modo de sobrevivir. Hasta el aparato de control político-social acuñó esta situación de fraude conductual, con el concepto de “Doble Moral”.

En la Cuba socialista, casi todo es espurio entre sus habitantes, faltos de libertad y democracia. Así que desnaturalizar lo que realmente se padece, ya forma parte del componente psicológico de los isleños. Nadie se asombra cuando se entera que su conocido, vecino, compañero de trabajo o estudio, no le dice la verdad.

Entre del conjunto de meretrices denominadas cuales jineteras, se observa que la inmensa mayoría de estas aspiran a casarse con un extranjero. Los analistas de la situación del archipiélago coinciden en cuantificar entre el 95 y 98 % de estas prostitutas anhelan a que un residentes en otro país, le coloque un velo y anillo de novia.

Todo esto acarrea un serio problema legal para los turistas foráneos, que se ven atrapados por los placeres afrodisíacos de las hermosas cubanas. Pues, estos acuden a la isla a recibir un sexo fácil y barato según lo publicita la propaganda en sus países de origen, pero tienen compromisos matrimoniales anteriores y una familia constituida.

Y dentro del conjunto de leyes en sus lugares de orígenes, están los acuerdos prenupciales, que obligan a los Casanovas de turno, a pasarle una alta indemnización a sus ex – esposas en caso de divorcio. Por lo general, todos estos personajes son ciudadanos de naciones donde predomina el Estado de Derecho. Por lo tanto, las leyes deben ser cumplidas.

Entonces, ellos se ven involucrados en una dolorosa y placentera disyuntiva, porque por una parte les encanta hacerles el sexo a las expertas y jóvenes jineteras de la isla-prisión. Mientras que por la otra, se ven atados legalmente en la decisión de romper con sus tradicionales y avejentadas cónyuges.

Debido a que de hacerlo, tendrían que renunciar a un buen por ciento de su prosperidad económica. Si la esposa herida en su fuero interno, se entera que ha sido traicionada con una prostituta de Cuba y va a ser cambiada por esta, las cosas podrían terminar bien desfavorables y tras un largo, así como costoso litigio ante los tribunales competentes.

Esto acarrea que se busquen soluciones más prácticas y mucho menos onerosas para la parte del binomio carnal extranjero-jinetera. Los forasteros optan por la manutención de una amante en Cuba, que los satisface eróticamente y les hace recordar sus años mozos, a la vez, que mantienen una estabilidad matrimonial y sobretodo financiera.

Por las responsabilidades que el extranjero desempeñe en su tierra, donde de seguro es un excelente y capacitado empresario, además de buen padre de familia. Puede que a este le salga más barato, alquilarle un piso a su nueva conquista sexual en su país, que viajar periódicamente fuera de este, asegura un español llamado Jaime: “Hombre…. tengo la buena carne a la mano”.

El status solo de amante, por lo general nunca llega a llenar las expectativas de estas cubanitas, que poseen una capacidad de ambición material y espiritual proverbial. Una de las características de personalidad que más se exacerban en un contexto social, determinado por las constantes restricciones propias del totalitarismo cubano.

Sobre todo, por la crítica resentida y mal intencionada de sus congéneres, quienes por lo general tienden a sentir envidia hacia la prosperidad económica de estas practicantes del oficio más antiguo del mundo. Estas discípulas de la diosa griega Venus, tratan de simular ante sus conocidos, que alcanzaron el objetivo deseado por casi todas las prostitutas del archipiélago.

Aquí se dice una frase muy ilustrativa: “La tipa……. se llevó el gato al agua”, lo que quiere decir que se logró casar finalmente con el ambicionado extranjero. Como en Cuba todos aprendieron a adulterar, entonces difunden a los muchos chismosos, que fueron de viaje y se casaron. Nunca admiten su posición de meras “queridas”, por eso son las jineteras engañosamente nupciales.

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