jueves, 3 de diciembre de 2009

PODER REGRESAR, Guillermo Fariñas Hernández.


La Chirusa, Santa Clara, Villa Clara, 19 de noviembre del 2009 (FDC). El régimen encabezado por la dinastía Castro aplica el terrorismo de estado a los cubanos que viven dentro de la patria y a la vez a aquellos compatriotas que residen fuera del país. El miedo envuelve a todos los nacidos en esta isla-prisión, hace algo más de 50 años.

Este sentimiento es una aprensión a ser reprimido por los largos mecanismos punitivos del castrismo. Lo paradójico en estos isleños de la diáspora, es que aunque salieron a buscar libertad, tienen que limitarse a hacer uso de ella, para no acentuarles las consecuencias a sus familiares residentes en el interior del país y sobre ellos mismos.

Algo que demuestra el real alcance del castigo a sus enemigos por parte de la dictadura de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz. Este escarmiento no se queda en los que todavía permanecen dentro de la República Socialista de Cuba, sino que va algo más allá de la simple jurisdicción territorial.

Todo se limita por parte del gobierno comunista, a incumplir con la tan llevada y traída Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Los compatriotas que solicitan visa para entrar a su tierra, son informados en algunos casos, que no les ha sido concedido el Permiso de Entrada al País.

A pesar de proclamarse cumplidores de los Derechos Humanos, los castristas pisotean el Artículo # 13, de la referida declaración, que acota: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y regresar a su país cuando lo desee”.

Se ven cubanos que salieron del archipiélago bajo status de ser considerados Refugiados Políticos, en correspondencia con sus actividades contestatarias al sistema totalitario. Y aceptan por presión de los funcionarios migratorios, no acercarse ni a saludar a antiguos compañeros de luchas e ideas, en caso de visitar el país.

Siempre bajo la aterradora Espada de Damocles castrista, de no volver a recibir autorización de entrada a la nación. Estos cubanos tienen que sopesar que entre sus ideales anticomunistas y el sentir por sus consanguíneos, que dejaron detrás. Es una disyuntiva entre mantener una postura patriótica o asumir las consecuencias, de no dejarse manipular por los represores.

La patria y su significado para cualquier sujeto social, nunca deben ser a costa de rendirse ante los conocidos adversarios políticos. Se convierte en una dolorosa traición a los ideales personales por los que se lucharon y se estuvo dispuesto a ir a prisión, el hecho que antiguos disidentes pacten con los represores y ni saluden a sus viejos homólogos.

Sin embargo, no son estos los principales responsables de ese desasosiego, que traen los cubanos que viven en otros países, muchos los consideran unas víctimas de un frío y represivo sistema gubernamental. Otros comprenden que los indiscutibles culpables son los acólitos de la dictadura en el poder.

Cuando la mala intención de quienes abusan del mando y le plantean descaradamente a los compatriotas, si haces dentro de Cuba algo contra el socialismo, no vuelves a entrar allá. Esas palabras implican un abierto chantaje contra la libertad individual de cualquier ser humano y se acentúa, si este sujeto coexiste en una sociedad democrática.

Para nadie es fácil aceptar que su personalidad sea extorsionada y se recurra a explotar los sentimientos positivos respecto a familiares cercanos, para lograr la no interacción entre los cubanos prodemocráticos de dentro y fuera de la isla. Esa misma intimidación nos indica el pánico de aquellos que gobiernan, para que estos dos segmentos de la nación no se unan.

Están ante el espanto de ser separados de una anciana madre enferma, por unos represores sin escrúpulos por tal de alcanzar sus objetivos. O un hijo que quedó detrás y ahora se necesita aconsejarlo, para que no se pierda socialmente. Son compatriotas valientes que creen vivir libres y solo son esclavos del castrismo, los miedosos que quieren poder regresar.

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